Hace poco tiempo que se estrenó el programa "La Vuelta al Mundo en Directo". Desconozco los detalles del programa, porque ya hace un tiempo que decidí hacer cosas más productivas que ver la televisión, y he preferido ver las series y algunos fragmentos de programas, desde las respectivas web de cada cadena. Así, no me trago anuncios ni pierdo tiempo.
Bueno, a lo que iba. En este concurso, en el que supongo (con esta lógica aplastante que me caracteriza) que los participantes tendrán que dar la vuelta al mundo, ha ocurrido algo bastante inesperado y curioso. Resulta que, una vez iniciado el programa, se descubre que Cyril, uno de los concursantes, tiene un pasado bastante dramático marcado por una actuación que cometió hace 14 o 15 años, cuando aún era menor de edad, y que carga aún a sus espaldas, a pesar de haber cumplido ya condena por ello.
Una vez se descubre, esto salta inmediatamente a los medios de comunicación (cómo no...), y el programa habla con ambos (Cyril y su pareja) para sopesar los pro y los contra de continuar en el concurso. Al final, deciden abandonar y el chico, en una entrevista que le hacen en el mismo programa, no quiere explicar qué es exáctamente lo que ha sucedido en su pasado, para no alimentar más a la política mediática que se cierne en torno a él, dice.
Pero el morbo que nos caracteriza puede sobre la decisión del chico, y días más tarde (o el día siguiente, lo desconozco), en otro programa de la cadena se explica todo lo que ocurrió en su momento.
Ni yo ni cualquier espectador que haya visto estos videos debería exponer su opinión con respecto al chaval. Primero, porque no conocemos al chico, y partiendo de esta base, cualquier conocimiento que tengamos sobre su pasado (sea lo fuerte que sea) no es suficiente para emitir un juicio sobre él.
De todas formas, y sabiendo lo que sabemos aquellos que no lo conocemos (y confiando bastante en este sentido en la Justicia del país) creo que, si el chico ya ha cumplido condena por lo que ha hecho, resulta una actitud bastante falsa por el resto de ciudadanos el impedir a esta persona que vuelva a reinsertarse en la sociedad. Y aquí se observa la desconfianza que tenemos todos los ciudadanos hacia la justicia del país, y también hacia los mismos ciudadanos.
Pensamos que todo el mundo tiene derecho a rehacer su vida, a reparar sus errores (en el punto en el que sean reparables), a tener una segunda oportunidad,... Pero cuando somos nosotros los que tenemos que poner de nuestra parte para conceder esta segunda oportunidad, nos mostramos reticentes.
Yo misma, reconozco sinceramente que no dejaría jamás a mi hija (cuando la tenga) en manos de un "ex-pederasta", por mucho que insistieran en que ya es "ex". Y en el caso de que la dejara, que lo dudo mucho, estaría con cuatro mil ojos vigilándole, seguro.
Y esto me da bastante que pensar. Tendemos a ser desconfiados, es cierto. Tal vez porque la mayoría de los casos no son así, si no que contínuamente nos encontramos con personas que no han pagado suficiente por el daño que han hecho, o personas que, una vez han salido de la cárcel, han continuado cometiendo los mismos delitos, no se han reinsertado. Es lo habitual, lo cotidiano.
Pienso que nunca llegaremos a una sociedad completamente justa, que eso es una utopía enorme, y que, como dicen, nunca llueve a gusto de todos. Pero también es verdad que ciertas autoridades (que de autoridades tienen lo que yo de escritora) están cumpliendo una función importantísima en nuestra sociedad, y no parecen ser conscientes de ello, cometiendo así errores gravísimos que constituyen alguno de los factores que nos incita a nosotros, los ciudadanos de a pie, a caer en estas desconfianzas.
Este chico tenía 14 años cuando cometió tal barbarie. No pretendo justificarlo, ya lo he comentado anteriormente, pero tampoco creo que lo mejor sea cerrarse en banda y decir "¡Pero es que cometió un asesinato, ese no puede estar en un programa de televisión!", porque ni conozco toda la verdad para juzgar, ni yo soy quién para quitar la libertad a una persona, se la merezca o no. Y debemos ser conscientes de esto.
Os dejo ahora con el enlace a estos vídeos que he visto, y que me gustaría que echárais un vistazo:
http://www.antena3.com/PortalA3com/La-Vuelta-al-Mundo-en-Directo/Primer-abandono/P_4534005_4643818

Por supuesto, espero vuestra opinión al respecto, pero sin insultar ni ofender a nadie.



Me encanta tener en mis manos un libro viejo de biblioteca. Leer sus páginas amarillentas, rotas por las esquinas, con algún que otro pliegue en ellas. Ver esas tapas delicadas, que se van cuarteando poco a poco, tengamos el cuidado que tengamos con ellas.
Sobre todo, me gustan los libros viejos de biblioteca porque, al igual que las personas, tienen mucha más experiencia, han pasado por muchísimas manos y por situaciones y entornos muy distintos y, por lo tanto, su enseñanza es aún mayor.
Los libros viejos no los suele querer todo el mundo. Normalmente, si en una biblioteca hay tres ejemplares del mismo libro, de ediciones diferentes, los lectores suelen escoger la última edición, que tiene una portada maravillosa y atractiva, unas páginas sanas y fuertes y una letra legible y oscura que contrasta sobre su fondo blanco.
Sin embargo, estos libros no tienen esa mancha en el márgen de la página 26, ni esa esquina doblada en la 38, ni un párrafo subrayado tímidamente a lápiz, en la 79.
Tampoco tienen la mancha torpe de café en las páginas 14,15,16 y 17. Ni una gran marca de lo que parece colonia en las últimas páginas.
No es que desprecie los libros nuevos, qué va. También me gustan, muchísimo. Pero no hay nada como los libros viejos, abandonados en un rincón de la biblioteca. Cada vez que me encuentro con uno de ellos, sea cual sea su temática, no puedo evitar ojearlo y leer alguna de sus páginas.
Ahora mismo tengo en mis manos una edición del 76 de “Gramática de la fantasía”, de Gianni Rodari. El libro parece sostenerse con pinzas, por la cantidad de manos que ya lo han usado y leído antes que yo, pero eso me motiva aún más a seguir leyéndolo. Significa que el libro es bueno y no se ha olvidado con el paso del tiempo.
Cuando fui a alquilarlo, hará un par de días, el bibliotecario me dijo:
¿Sabes que hay cuatro ejemplares más de ediciones posteriores? Lo digo porque has ido a elegir el libro más deteriorado que tenemos...
Le dije que me gustaba ese y me miró con una cara extraña, como si no hubiera entendido muy bien su pregunta.
En fín, supongo que no seré la única que ama tanto los libros viejos.