De pequeñita (ahora soy menos pequeñita) me han enseñado que a las personas mayores, sobre todo a los desconocidos, pero en definitiva a todos, hay que hablarles de tu. Por respeto, educación e incluso admiración.

Esto se ha perdido por completo. Ahora los chavales tratan por igual a una anciana de 60 años que a un colega suyo. No saben distinguir, no entienden que en determinados contextos verbales, el registro que utilicemos ha de cambiar.

Yo no puedo llegar a casa y decirle a mi padre (cuidado, que esto lo he oído, ¿eh?):

Que paxa tiooo... Oye abuelo, dame pasta, joer, que estoy sin un puto duro.

Duele. Duele oírlo. Pero lo que más duele de todo es ver la cara del padre, resignado, dándole el dinero. ¿Pero qué nos pasa? ¿Resulta que ahora van a tener que decir los jóvenes a los mayores lo que estos últimos han de hacer?

En una comparecencia que hace poco dio en el Senado Enrique Múgica, el Defensor del Pueblo, defendió, entre otras cosas, el uso del usted como primera medida para conseguir esa disciplina y autoridad que actualmente no se conoce, pero ni en las aulas ni en ninguna parte.

Vale, estoy de acuerdo. Ahora, señor Múgica, póngase delante de un niño de 11 años y dígale que le tiene que hablar de usted, porque de otra manera le estaría faltando el respeto. La respuesta será parecida a esto:

Sí, venga. ¿Qué te crees, Dios o algo así o qué?

Es deprimente escuchar las respuestas que estos niños pueden dar. Ante todas estas faltas de respeto diarias que el profesorado tiene que soportar, es muy difícil, casi imposible, no perder los papeles en ningún momento. Y si los pierdes y se te escapa algún grito, alguna entonación tirando a la amenaza, ya la has fastidiado (ya la has cagao, tio, como dirían estos insolentes), porque acto seguido aparece en el aula el padre o madre de turno diciendo aquello de: "Como te pases con mi hijo te denuncio".

Así que estoy de acuerdo con que a los profesores se les hable de usted con la intención de crear una barrera en la que se pueda distinguir en todo momento quién es el docente y quién el alumno, porque hasta ahora hay momentos en los que no parece distinguirse demasiado.

Pero cuidado. Este cambio no es definitivo para transformar a toda la sociedad. No sólo hemos de educar al alumnado. Los padres también necesitan una buena dosis de educación (bueno, la mayoría, que también hay padres buenos, no vayamos a ponernos en lo peor). Y para que ambos muestren una buena educación, el profesorado debe recuperar unos derechos que les han sido arrebatados porque parece ser que no eran competentes con una enseñanza democrática. Que digo yo, ¿no hay un término medio entre enseñar a base de palos y que los alumnos te digan "colega"? Si entre el blanco y el negro hay más colores, digo yo que en este caso también habrá más opciones.

En resumen, y en mi opinión, el hablar de usted al profesor no soluciona nada si los docentes siguen tan indefensos legalmente como hasta ahora. Tampoco soluciona nada si, al llegar a casa, el niño sigue diciéndole a su padre "oye, tio...". Y tampoco sirve de nada si los docentes van a tener que dedicar la mitad de la semana en enseñar valores a los alumnos (sí, esos valores que deberían enseñarse en casa, pero que la falta de tiempo los ha suplido por Nintendo DS, Play Station,...) y no va a quedar tiempo para enseñar contenidos.

A los padres: Señores, ustedes decidieron tener a sus hijos. Y esos niños no nacen educaditos. Los primeros maestros que van a encontrar en su vida deben ser ustedes. Los docentes ya nos encargaremos de llenarles de contenidos y conocimientos. Esa es su función, nada más. ¿Tan complicado es?

Al final acabaremos con escuelas internas donde los niños tan sólo verán a sus padres en Navidad y algún que otro festivo. ¡Qué triste!

Les dejo aquí algunas caricaturas que reflejan al cien por cien esta realidad. A ver si despertamos todos un poquito y nos da por mejorar el futuro del país.









Bueno, continuamos con otra canción, la de la calle – lle 24 – tro:


En la calle – lle 24 – tro

ha habido – do – do un asesinato – to

una vieja – ja mató un gato – to

con la punta – ta del zapato – to.

Pobre vieja – ja

pobre gato – to

pobre punta – ta

del zapato – to.


Para empezar, me da la sensación de que la letra de la canción se la ha inventado un tartamudo. No sé por qué, es un presentimiento... Pero bueno, de eso no hay mucho que comentar. La canción consiste en repetir instintivamente la última sílaba de la mayoría de las palabras. Vale, bien, si hay que repetirlas se repiten. No voy a ser yo quien haga ahora un cambio de letra de la canción...

Yo más bien me centro en la historia. Vamos a ver, aquí hay una víctima. El pobre gato ha sido asesinado, por una vieja que debe tener unos zapatos de acero, porque con la punta de uno de ellos ha acabado con la vida del infeliz animal.

¿Y resulta que en la historia hemos de tener compasión por la vieja y por la punta de su puñetero zapato? Oigan, que aquí la única víctima ha sido el pobre gato. A la vieja y a su zapato les podrían dar POR AQUÍ (véis, en este contexto yo soy una maleducada, en la historia de Don Federico no...). Y luego me vienen con “no le abandones” los de la protectora de animales. ¿A la vieja y a su zapato también les protegen? No entiendo nada...





Durante este verano, he estado recordando, en mi trabajo de monitora de verano, todas esas cancioncitas que cantábamos de pequeños en el colegio. ¿Os acordáis de la historia de Don Federico, o la de la vieja que mató el gato con la punta de su zapato? ¿O de “Vamos a contar mentiras”?

Todas esas canciones requerirían un análisis minucioso de sus letras, porque hay algunas que no tienen ningún sentido. Otras, que tienen un sentido maquiavélico, y otras que te incitan a mentir desenfrenadamente por el resto de tu vida. Yo creo que sin algunas de estas canciones, habría más buenas personas en el mundo, de verdad.

Vamos a comenzar por el análisis de la historia de Don Federico. Aquí va:

Don Federico perdió su cartera
para casarse con una costurera;
la costurera perdió su dedal
para casarse con un general.
El general perdió su espada,
para casarse con una bella dama;
la bella dama perdió su abanico
para casarse con Don Federico.
Don Federico perdió su ojo
para casarse con un piojo;
el piojo perdió su cola
para casarse con una Pepsi – cola.
La Pepsi – cola perdió su burbuja
para casarse con una mala bruja;
la mala bruja perdió su gatito
para casarse con Don Federico.
Don Federico le dijo que no,
y la mala bruja se desmayó.
Al día siguiente le dijo que sí,
y la mala bruja le dijo POR AQUÍ.

Vale, muy bien. Hasta el momento en que la bella dama pierde su abanico para casarse con Don Federico la cosa marcha bien. Vale, se puede entender más o menos la historia. Pero, ¿Que Don Federico renuncie a la bella dama y pierda un ojo para casarse con un piojo? ¿Qué sentido tiene eso?
Menos sentido tiene aún que el piojo pierda su cola para casarse con una Pepsi – cola... Pobre piojo, sí que tiene que estar solo para querer pasar el resto de su vida con una Pepsi – cola, que debe ser interminable, porque ya me diréis qué hace si no un piojo con una lata de Pepsi. Y más aún cuando la Pepsi de la historia pierde su burbuja, que digo yo, pero bueno, ¿qué mas dará una burbuja más que menos? ¿Es que sólo tiene una?
¿Y pierde su burbuja para casarse con una bruja, que encima es mala? Yo no le veo ningún sentido, vamos... Luego, va la bruja y pierde su gatito sólo para casarse con Don Federico, que encima ahora nada más que tiene un ojo... Una bruja mala y un hombre con un sólo ojo. Desde luego, la pareja ideal. Pero resulta que Don Federico no lo tiene muy claro, y le dice que no se quiere casar con ella, y la pobre bruja mala se desmaya. Pero al día siguiente se lo piensa mejor y dice: ¿Con quién voy a estar mejor que con una bruja mala? Venga, le voy a decir que sí...”
Pero entonces la bruja le dice: “Por aquí”. Y este es el momento en el que los pequeñajos hacen un gesto que sólo en ese momento parece no ser motivo de enfado, pero que si se realiza en cualquier otro contexto supone una buena regañina por parte del adulto, el cual te dice que eres un/a maleducado/a. Pues lo siento, pero no lo entiendo...

CONTINUARÁ


Saludos a todos!
Bien, os dejo este escrito para avisaros que durante los meses de julio y agosto no escribiré nada en este blog, ya que he creado uno nuevo en el que iré recogiendo todas mis experiencias en la escuela de verano donde voy a trabajar con los niños de Infantil.
Como no tendré tiempo de llevar adelante tantos proyectos, suspendo durante estos dos meses las publicaciones en este blog y os espero en el otro, con muchas ganas de que me sigáis y comentéis mis opiniones.
Os dejo el enlace del nuevo blog:


Empezaré a escribir en él muy pronto, el 1 de Julio. Por el momento, el blog está en construcción y mejorando su diseño.
¡Os espero a todos allí!

¡Un saludo y felices vacaciones!


Es ya una gran costumbre en mí leer las notícias con retraso. ¿Será que vivo en otro tiempo? En fín, el caso es que hoy, navegando por Internet e intentando recordar la clasificación de rocas en sedimentarias e ígneas (sí, es super útil para una profesora de Magisterio de Primaria... Saber cómo enseñar a un niño a leer o a sumar y a restar, no lo es tanto, no), me he topado con esta notícia.
Lo primero que he sentido es odio hacia el párroco, hacia el Vaticano, y hacia la Iglesia en general. Pero luego me he dicho, ah, estamos en un país y en una sociedad en la que se manipula mucho la información que nos llega a los ciudadanos. Así que, mejor me informo más sobre esto, para poder dar una opinión más coherente y justa (que es una palabra que se utiliza mucho pero cuyo significado, misteriosamente, varía mucho de una persona a otra. Y de un diccionario a otro...).
Y he leído unas cuantas notícias más, de diferentes visiones políticas y de creencias, para hacerme un tremendo lío en la cabeza y paradójicamente poder pensar con más claridad. Estos son algunos de los enlaces:
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/06/13/barcelona/1244884191.html
http://www.libertaddigital.com/sociedad/un-cura-se-niega-a-dar-la-comunion-a-una-nina-por-tener-sindrome-de-down-1276362095/
http://www.mdzol.com/mdz/nota/135809-Un-cura-se-neg%C3%B3-a-darle-la-comuni%C3%B3n-a-una-ni%C3%B1a-con-S%C3%ADndrome-de-Down/
http://sociedad.e-noticies.es/un-cura-le-niega-la-comunion-a-una-nina-con-sindrome-de-down-30195.html
http://www.ustealdia.org/foro/index.php/topic,28238.0.html

El que más me ha gustado es el último enlace, pues pertenece a un foro de enseñanza y como que es más real conocer una historia conformada por las opiniones y creencias de varias personas que por la opinión que tenga la redactora o el redactor (miembro o miembra) en ese momento.
Me he dado cuenta entonces que estamos tratando un tema bastante peliagudo y muy complicado de resolver. Está claro que si la notícia en sí es que el párroco se ha negado a dar la comunión a una niña con Síndrome de Down, nuestra pregunta debe ser "¿Por qué en pleno siglo XXI todavía encontramos una sociedad retrógrada en muchos aspectos? ¿A qué debemos esperar (o a quién, ya que estamos tratando de religiones) para que esta sociedad integrada empiece a brotar y a echar raíces?".

Pero si ahora empezamos a informarnos mejor y descubrimos que el párroco afirma que la niña no se da cuenta de nada por tener un síndrome de Down profundo, quizás nuestra opinión cambie un poco al respecto (¿o no? ya no estoy muy segura...).

Si en la información que he leído en el foro, se expone que en el código del derecho canónigo, entre otras muchas cosas "corresponde también al párroco vigilar para que no reciban la santísima Eucaristía los niños que AÚN no hayan llegado al uso de razón, o a los que no juzgue suficientemente dispuestos ", pues podríamos en parte darle la razón a este párroco, ¿verdad?. Pero si el cura (¿todavía no puede ser la cura?) fundamenta su opinión en esta frase del "reglamento" (al fin y al cabo son reglas, ¿no?), debería por ese mismo motivo "analizar" si, efectivamente, todos los niños que van a tomar la comunión "han llegado al uso de razón y están suficientemente dispuestos" para recibir el sacramento.

Porque lo que no se puede es cerrar los ojos y dar la espalda en los momentos en los que nos interesa hacerlo, y de repente abrirlos y estrellarnos de frente con cualquier irregularidad que se nos cruce en nuestro camino (no sé si me entenderéis, yo a veces no lo hago, es mucho más cómodo).

En fín, es un tema muy delicado y hay que andarse con ojo antes de dar cualquier opinión al respecto. Por eso yo no he ofrecido ninguna opinión clara, porque considero que sólo sé lo que me han querido contar, no toda la verdad, como hubiese querido.

Y es eso en definitiva lo que os quiero mostrar: hoy en día no podemos juzgar la mayoría de las cosas que nos llegan a través de los medios de comunicación, pues hay tanto dominio de intereses por medio que al final parecemos simples marionetas antes que personas. Es triste, pero eso sí es cierto. Como esto también os llega por otro medio de comunicación, os ofrezco el beneficio de la duda en todo lo que he expuesto anteriormente, pero sí os invito a dejar vuestra más sincera opinión al respecto (bueno... Opinión opinión,... Me entendéis, ¿no?).

Saludos,


Hola de nuevo!
Ya llevaba tiempo sin escribir por aquí, y es que he estado muy ocupada. Primero, con el práctico del coche, que YA TENGO EL PERMISO DE CONDUCIR! Segundo, con los estudios, que ahora vienen los exámenes y me está empezando a entrar la neura. Y tercero, con el trabajo... Si es que los días deberían tener 48 horas, mínimo.

Hoy voy a comentar un tema que me preocupa bastante. Es una polémica que he descubierto ahora, en la universidad. Se trata del valenciano.
Me explico. Hasta que no entré en la universidad, no le he dado más importancia a una lengua que a otra. Es decir, me ha dado lo mismo hablar en valenciano que en castellano. A pesar de que soy castellano-hablante, si alguna persona me ha hablado en valenciano, le he intentado contestar en valenciano. Además, me defiendo casi por igual en ambas lenguas, así que no he tenido ningún problema.

Pero al entrar a la universidad vas descubriendo que los profesores y, sobre todo los profesores que imparten asignaturas de lengua catalana, no le dan la misma importancia a ambas lenguas, ni mucho menos. Y hasta aprovechan para desprestigiar, marginar e ignorar el castellano. Esto último me produce vergüenza ajena.
Más que nada porque no sé quién les habrá explicado que una lengua se defiende menospreciando al resto.

O sea, que los castellano-hablantes llegamos con una ilusión enorme de sacarnos nuestros títulos de capacitació y mestre en valencià que te habiliten para ser docente en la Comunidad Valenciana, ¿y nos encontramos con esto?
¿De verdad tenemos que pasar por esto? ¿Tenemos que escuchar frases del tipo "el valenciano es mucho más práctico que el inglés"? ¿"Cuando yo tenga una hija, si la meto en la línea de valenciano, no querré que le dé clases una profesora castellano-hablante como tú"?

Ayer mismo se acrecentó esta polémica cuando, en una clase en castellano, dos alumnas quisieron hacer la exposición en valenciano porque, según explicaron ellas, "tenemos problemas a la hora de expresarnos en castellano". En principio, a mí no me importa que hablen en valenciano, para nada. Pero no estaría mal que se esforzaran un poquito en hablar en castellano, al igual que nos esforzamos los castellano-hablantes para hablar en valenciano en las clases que son en esta lengua, soportando numerosas veces las risitas de algún que otro listillo, por no pronunciar correctamente determinadas palabras.

Y, si en ese caso, ya se han esforzado y ven que no pueden hablar en castellano (que eso ya lo saben ellas con tiempo), al menos podrían entonces haber preparado la exposición en Power Point en valenciano, porque escucharlas en valenciano y leer el power en castellano me pareció un lío tremendo...

En fín, que no tengo nada en contra de que se hable el valenciano. Lo resalto para que quede claro. Pero creo que se debería tratar por igual ambas lenguas. Ya está bien de tener que pedirnos a los castellano-hablantes tanto esfuerzo para que luego veamos estas cosas en alumnos valenciano-hablantes. No lo considero justo.

Me gustaría que dejárais vuestra opinión para saber si estoy en lo cierto o no pensando de esta manera...
Saludos,



Creo que ya hablé en este blog sobre Nick. Hace poco llegó a mi correo un nuevo vídeo en el que aparecía él. Os lo dejo aquí y os invito a que reflexionéis. A mí me llega al alma cada uno de sus vídeos.





Hoy, mirando el correo, he encontrado la respuesta a un artículo escrito por Carlos Mármol, periodista, en el Diario de Sevilla (pueden verlo aquí). En el artículo, el periodista expone, entre otras cosas, que la mayoría de los maestros no cumplen con sus obligaciones al tener dos meses de vacaciones cuando únicamente deberían disponer de uno. En definitiva, tilda al profesor de incompetente y poco responsable con sus deberes. Y lo triste es que esta idea no sólo la tiene dicho periodista... ¿Así queremos mejorar la educación en el país?

Un profesor de instituto ha tenido la valentía de responder a este avergonzante artículo. Les recomiendo que lean primero el artículo del periodista en cuestión, y después la respuesta, que es la siguiente:

Atención Sr Carlos Mármol

De un profesor con dos meses de vacaciones

Acabo de leer su articulo y no puedo mas que avergonzarme ante su total parcialidad y falta de rigor. Mi abuelo me decía que no hay nada peor que alguien que habla de lo que no conoce. Mi abuelo, al igual que yo, era docente.

En primer lugar, sé que escribirle esto es perder mi tiempo, puesto que no saldrá nunca a la luz porque no interesa, interesa tirarnos a los pies de los caballos desde el desconocimiento de nuestra labor docente, pero qué mas da, como tengo tanto tiempo libre, ¿verdad? Que eso es lo único que importa, el tiempo libre que tengo, no que siendo funcionario de carrera y haber dedicado 4 años de mi vida a estudiar para unas oposiciones a grupo A sea el funcionario con menos sueldo, pero bueno, como tengo dos meses de vacaciones…

A la gente como usted que habla sin saber lo invito a que se pase por mis clases de primero de bachillerato en el IES Nervión donde tengo 37 alumnos y tres niveles bien
diferenciados en alumnos con edades comprendidas entre los 16 y los 19 años, o que intente dar clase a 36 alumnos de segundo de bachillerato, o que se pase por mi clase de primero de ESO E, donde tengo seis alumnos con necesidades educativas especiales, alumnos con una edad mental de 7 años a los que tengo que formar y para lo que no estoy preparado. Pero eso tampoco importa, importa que tenga dos meses de vacaciones…..

Eso sí, tenemos tres clases con 20 ordenadores modernísimas que cuando intento programar una actividad en la red, debido a la limitación del ancho de banda, rara vez
funciona, esa es la solución, ordenadores.

A usted señor periodista, le llamaría la atención sobre el hecho de que absolutamente nadie relacionado con nuestra consejera ha estado jamás en un aula y pretenden cargar al docente con el fracaso del sistema educativo. Sí, FRACASO, con mayúsculas puesto que no se puede tener a un alumno hasta los 16 años sin otra aspiración que molestar en clase, porque una ley absurda no le da otra opción y que no permite
al alumno que verdaderamente quiere aprender avanzar en su formación.

No todos podríamos ser electricistas, ni escultores ni, como es obvio buenos periodistas, ni podemos ser buenos estudiantes aunque sea políticamente incorrecto decirlo. Tiene que haber otra salida para estos alumnos que desde los 11 años todos sabemos que no van a titular.

Pero eso no importa, importa que no quiero trabajar porque tengo dos meses de vacaciones…..

Mi profesión me apasiona, y al 99 por ciento de mis compañeros, por eso el lunes iré a clase con mis alumnos que sí aprecian los esfuerzos que hago por darles una enseñanza de calidad desde la precariedad de recursos. Y el hecho de empezar una semana antes no es relevante, lo es que gente como usted hable desde el desconocimiento mas avergonzante.

Esos padres que ponen el grito en el cielo no dudan en llevarse a sus hijos una semana de viaje a Disneyworld, o tres días al Rocío o, si hay un puente y el viernes hay clase, pues bueno, no pasa nada, ya irá al lunes. Pero cuando llega septiembre el instituto se convierte en la guardería. Cuántas veces he escuchado lo de "para que este en casa dando por………… que se vaya al instituto a darle por……… al profesor". Pero claro, eso tampoco es importante, mis dos meses de vacaciones sí lo son.

A ver si se entera: Es completamente imposible empezar antes por mil razones, entre otras cosas porque de mis 37 alumnos de bachillerato 4 de ellos llegaron a los dos meses de empezado el curso, porque hasta el 12 de septiembre no supe a quién tenía que darle clase. Nosotros no empezamos a trabajar el 7 de septiembre, que eso es lo que gente como usted se cree, la planificación de un curso requiere mucho trabajo, pero eso tampoco importa, importan mis dos meses de vacaciones. ¿Sabe usted lo que es estar en una clase de 30 niños de 11 años, sin libros de texto, sin grupos definidos, sin un plan de trabajo a seguir y sin interés ninguno?

Y para su información llevo 9 años dando clase y no estoy anquilosado, en los 14 centros en los que he desarrollado mi labor docente quizás haya conocido a tres compañeros con 30 años de tiempo de servicio y sin fuerzas para seguir luchando,
pero yo tengo mas de 1500 horas de formación complementaria, y dedico muchas horas de todo ese tiempo libre que tengo a corregir examenes en mi casa, en vez de estar con mi hijo, he sido preparador de opositores y estoy estudiando otra licenciatura y afortunadamente no soy un caso aislado sino uno mas.
Pero eso no importa, importan mis dos meses de vacaciones…

Sin otro particular
Un ex lector de Diario de Sevilla.




Hoy hemos visto un documental en clase que a mi personalmente me ha encantado. Ya había visto una parte del mismo y más tarde, queriéndolo ver completo, lo estuve buscando por Internet, sin encontrarlo.

Os dejo aquí la sinopsis y la página web por si os interesa

El documental cuenta la vida de Judith Scott, una escultora norteamericana de 62 años a la que le llega el reconocimiento internacional después de vivir 36 años en una institución psiquiátrica. Judith tiene Síndrome de Down y es sordomuda. Su historia, contada a través de su hermana gemela, Joyce, sin discapacidad, es el detonante de una película que viaja al Creative Growth Art Center en California y descubre a otros personajes que como Judith buscan expresarse a través del arte.
¿Qué tienes debajo del sombrero? es una reflexión acerca del aislamiento que puede provocar una discapacidad, y de como a través del arte se consigue restaurar la comunicación.


Recomiendo este documental a cualquier persona que crea en el arte y en la comunicación a través de él, y también en el esfuerzo y la superación personal, encuentren las barreras que encuentren.


Muchos compañeros me dicen que no siempre puedo revelarme ante todo lo que me cabrea, que las cosas no son tan fáciles como pienso.

Yo todo esto lo resumo en conformismo. La gente se conforma con lo que le echan encima, sea lo que sea. Piensan que su opinión no cuenta, que no han venido al mundo para protestar y cambiar las cosas, sino para aguantar, resignarse y continuar.

¿Continuar? Pues lo siento, pero yo no puedo continuar cuando veo que me toman el pelo, me faltan el respeto, o no atienden a mis derechos.

Tenemos a una profesora este curso que se llevaría el premio nobel a la desfachatez, si este existiera, pues no puede ya tener más morro. Desde que empezamos el cuatrimestre con ella, no ha habido ni un sólo día en el que haya llegado puntual. Todos los días, absolutamente todos, llega tarde.

Pero no os creáis que son cinco, o diez los minutos de retraso, no. Ella, ya que se retrasa, pues lo hace bien. Y además va variando los minutos de retraso, para que las esperas no se nos hagan tan monótonas. Un día, por ejemplo, se retrasa veinte minutos, otro día llega media hora tarde, otro día no viene, directamente,...

Mientras tanto, yo tengo que levantarme dos horas antes para subir al autobús y llegar a tiempo a la clase. Mientras tanto, casi cuarenta personas esperan impacientes en el aula a que aparezca. Mientras tanto, animo a la clase a que hay que revelarse, hay que dejar constancia de esto por escrito. No podemos permitirlo.

El resultado de ello son palabras valientes, que no van acompañadas de ninguna actuación, por lo que terminan siendo cobardes.

Cuando por fín aparece la profesora, le da tiempo a dejar el bolso en la mesa y mandarnos algún ejercicio para realizar (sí, como si estuvieramos en el cole) mientras ella se va a ¡TOMARSE UN CAFÉ!.

La gente protesta, dicen de irnos todos, unos cuantos se levantan dispuestos a irse, el resto se queda sentado. Al final, todos se sientan de nuevo y se escucha esta frase: "Habrá que aguantar, no podemos hacer nada". Me revienta ...

¿Que no podemos hacer nada? O sea, ¿me estáis diciendo que pago unos 1200 euros al año para recibir una formación adecuada, para aprender y así prepararme como la futura profesora que seré algún día, y tengo que aguantar esta incompetencia de ciertas personas que se dicen "profesionales de la educación"? Va a ser que no...

Vamos a ver, esto no es el colegio o el instituto. Entonces, si un profe llegaba tarde, nos alegrábamos. Es cierto. Pero ya no tenemos esas edades. Los que estamos en la universidad, queremos estudiar de verdad (bueno, la mayoría, que también hay niños de papá que se pegan las fiestas del siglo y no dan palo al agua en todo el curso...). No vamos a perder el tiempo, ni a sentir que nos están vaciando los bolsillos para no darnos nada a cambio.

¿Se imaginan que van a hacer la compra, les cobran y luego la cajera se queda con el carro lleno de bolsas y les dice "Esto me lo quedo yo. Y váyanse, no van a poder hacer nada..."?
Pues exactamente lo mismo.

Este es uno de los ejemplos de la incompetencia de algunos profesores que podemos encontrar en las universidades españolas (porque supongo que esto no sólo ocurrirá en la universidad en la que estudio. Debe contagiarse, segúramente...). Otro día también os podré contar algo sobre aquel profesor que tuve en primero, que llegó a preguntarme mi tendencia sexual a raíz de que no le gustaba el peinado que llevaba aquel día (sí, les puede parecer raro, pero es completamente cierto, se lo juro) o que otro día, así porque sí, me cogió en brazos.

Luego viene un profesor de otra asignatura (este sí que es un profesor de verdad) proponiendo un debate en clase sobre por qué los alumnos de magisterio estamos tan desmotivados, sin ilusiones, sin aspiraciones,...

- Déjeme, que yo le contesto - le dije.

Y esta es sólo una de las razones por las que los alumnos estamos así. Otras muchas son la idea social de que cualquiera vale para estudiar magisterio, o el hecho también de encontrar compañeros con nosotros que están estudiando esto, pues por estudiar algo, o que las familias piensen que educar a sus hijos consiste sólo en comprarles todos los caprichos que estos deseen, y no enseñarles también normas y valores para ser personas educadas (total, ¿Para qué sirve tener educación hoy en día?) , etc etc etc

Siento alargarme tanto, pero necesitaba desahogarme. Gracias por leer.


Hace poco tiempo que se estrenó el programa "La Vuelta al Mundo en Directo". Desconozco los detalles del programa, porque ya hace un tiempo que decidí hacer cosas más productivas que ver la televisión, y he preferido ver las series y algunos fragmentos de programas, desde las respectivas web de cada cadena. Así, no me trago anuncios ni pierdo tiempo.
Bueno, a lo que iba. En este concurso, en el que supongo (con esta lógica aplastante que me caracteriza) que los participantes tendrán que dar la vuelta al mundo, ha ocurrido algo bastante inesperado y curioso. Resulta que, una vez iniciado el programa, se descubre que Cyril, uno de los concursantes, tiene un pasado bastante dramático marcado por una actuación que cometió hace 14 o 15 años, cuando aún era menor de edad, y que carga aún a sus espaldas, a pesar de haber cumplido ya condena por ello.
Una vez se descubre, esto salta inmediatamente a los medios de comunicación (cómo no...), y el programa habla con ambos (Cyril y su pareja) para sopesar los pro y los contra de continuar en el concurso. Al final, deciden abandonar y el chico, en una entrevista que le hacen en el mismo programa, no quiere explicar qué es exáctamente lo que ha sucedido en su pasado, para no alimentar más a la política mediática que se cierne en torno a él, dice.
Pero el morbo que nos caracteriza puede sobre la decisión del chico, y días más tarde (o el día siguiente, lo desconozco), en otro programa de la cadena se explica todo lo que ocurrió en su momento.
Ni yo ni cualquier espectador que haya visto estos videos debería exponer su opinión con respecto al chaval. Primero, porque no conocemos al chico, y partiendo de esta base, cualquier conocimiento que tengamos sobre su pasado (sea lo fuerte que sea) no es suficiente para emitir un juicio sobre él.
De todas formas, y sabiendo lo que sabemos aquellos que no lo conocemos (y confiando bastante en este sentido en la Justicia del país) creo que, si el chico ya ha cumplido condena por lo que ha hecho, resulta una actitud bastante falsa por el resto de ciudadanos el impedir a esta persona que vuelva a reinsertarse en la sociedad. Y aquí se observa la desconfianza que tenemos todos los ciudadanos hacia la justicia del país, y también hacia los mismos ciudadanos.
Pensamos que todo el mundo tiene derecho a rehacer su vida, a reparar sus errores (en el punto en el que sean reparables), a tener una segunda oportunidad,... Pero cuando somos nosotros los que tenemos que poner de nuestra parte para conceder esta segunda oportunidad, nos mostramos reticentes.
Yo misma, reconozco sinceramente que no dejaría jamás a mi hija (cuando la tenga) en manos de un "ex-pederasta", por mucho que insistieran en que ya es "ex". Y en el caso de que la dejara, que lo dudo mucho, estaría con cuatro mil ojos vigilándole, seguro.
Y esto me da bastante que pensar. Tendemos a ser desconfiados, es cierto. Tal vez porque la mayoría de los casos no son así, si no que contínuamente nos encontramos con personas que no han pagado suficiente por el daño que han hecho, o personas que, una vez han salido de la cárcel, han continuado cometiendo los mismos delitos, no se han reinsertado. Es lo habitual, lo cotidiano.
Pienso que nunca llegaremos a una sociedad completamente justa, que eso es una utopía enorme, y que, como dicen, nunca llueve a gusto de todos. Pero también es verdad que ciertas autoridades (que de autoridades tienen lo que yo de escritora) están cumpliendo una función importantísima en nuestra sociedad, y no parecen ser conscientes de ello, cometiendo así errores gravísimos que constituyen alguno de los factores que nos incita a nosotros, los ciudadanos de a pie, a caer en estas desconfianzas.
Este chico tenía 14 años cuando cometió tal barbarie. No pretendo justificarlo, ya lo he comentado anteriormente, pero tampoco creo que lo mejor sea cerrarse en banda y decir "¡Pero es que cometió un asesinato, ese no puede estar en un programa de televisión!", porque ni conozco toda la verdad para juzgar, ni yo soy quién para quitar la libertad a una persona, se la merezca o no. Y debemos ser conscientes de esto.
Os dejo ahora con el enlace a estos vídeos que he visto, y que me gustaría que echárais un vistazo:
http://www.antena3.com/PortalA3com/La-Vuelta-al-Mundo-en-Directo/Primer-abandono/P_4534005_4643818

Por supuesto, espero vuestra opinión al respecto, pero sin insultar ni ofender a nadie.



Me encanta tener en mis manos un libro viejo de biblioteca. Leer sus páginas amarillentas, rotas por las esquinas, con algún que otro pliegue en ellas. Ver esas tapas delicadas, que se van cuarteando poco a poco, tengamos el cuidado que tengamos con ellas.
Sobre todo, me gustan los libros viejos de biblioteca porque, al igual que las personas, tienen mucha más experiencia, han pasado por muchísimas manos y por situaciones y entornos muy distintos y, por lo tanto, su enseñanza es aún mayor.
Los libros viejos no los suele querer todo el mundo. Normalmente, si en una biblioteca hay tres ejemplares del mismo libro, de ediciones diferentes, los lectores suelen escoger la última edición, que tiene una portada maravillosa y atractiva, unas páginas sanas y fuertes y una letra legible y oscura que contrasta sobre su fondo blanco.
Sin embargo, estos libros no tienen esa mancha en el márgen de la página 26, ni esa esquina doblada en la 38, ni un párrafo subrayado tímidamente a lápiz, en la 79.
Tampoco tienen la mancha torpe de café en las páginas 14,15,16 y 17. Ni una gran marca de lo que parece colonia en las últimas páginas.
No es que desprecie los libros nuevos, qué va. También me gustan, muchísimo. Pero no hay nada como los libros viejos, abandonados en un rincón de la biblioteca. Cada vez que me encuentro con uno de ellos, sea cual sea su temática, no puedo evitar ojearlo y leer alguna de sus páginas.
Ahora mismo tengo en mis manos una edición del 76 de “Gramática de la fantasía”, de Gianni Rodari. El libro parece sostenerse con pinzas, por la cantidad de manos que ya lo han usado y leído antes que yo, pero eso me motiva aún más a seguir leyéndolo. Significa que el libro es bueno y no se ha olvidado con el paso del tiempo.
Cuando fui a alquilarlo, hará un par de días, el bibliotecario me dijo:
¿Sabes que hay cuatro ejemplares más de ediciones posteriores? Lo digo porque has ido a elegir el libro más deteriorado que tenemos...
Le dije que me gustaba ese y me miró con una cara extraña, como si no hubiera entendido muy bien su pregunta.
En fín, supongo que no seré la única que ama tanto los libros viejos.



Aprovechando mi nuevo horario y las largas horas que me esperan sentada en una de las sillas silenciosas de la biblioteca de la facultad a la espera del autobús que me lleve a casa, he empezado a familiarizarme con todos los pasillos y libros que hay colocados en las estanterías de la misma.
Hoy, buscando algún libro curioso para los niños, me he encontrado con dos ejemplares de una colección de libros (que completa tiene que ser una pasada) dirigida a niños, sobre los derechos de los mismos, la violencia, el maltrato, los abusos sexuales, el acoso escolar, la intolerancia y el racismo, y la injusticia e ilegalidad.
Creo que son libros muy interesantes para los niños en estas épocas que vivimos, y pueden ayudar bastante a conseguir esa igualdad y respeto que queremos, ya que la mayoría de los niños desconocen sus derechos, y es por eso que creen que sólo ellos tienen derechos y confunden aquello que no quieren con una injusticia.
Al abrir el libro, la carta de Pedro Núñez Morgades, el Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid, me ha maravillado tanto que inmediatamente los he cogido para leerlos con calma aquí en casa.
Los libros están escritos por Stéphanie Duval y Jacques Azam, publicados por la Editorial San Pablo, por si a alguien le interesa.
Os dejo con la carta y con algunos dibujos graciosos que he encontrado en ellos (para ver mejor los dibujos, os aconsejo que hagáis click sobre ellos):
Queridos amigos y amigas: A lo largo de vuestra vida, puede que hayáis oído hablar de algunas cosas que, aunque a veces no entendáis del todo o no sepáis valorar bien, os pueden asustar. Estos libritos que ahora tenéis entre las manos pretenden advertiros sobre algunas de esas situaciones y, especialmente, enseñaros a respetar a los demás, a hacer que los demás también respeten vuestros derechos y a decir NO ante algunas circunstancias, porque debéis tener claro que nadie puede obligaros a hacer determinadas cosas si vosotros no queréis. Ser niño no significa estar desprotegido o a merced de lo que los mayores quieran hacer con vosotros. Muy al contrario. Las personas adultas deben serviros como guía y apoyo, especialmente vuestros padres y también vuestros profesores, pero, aunque tenéis que respetarlos, debéis saber que ni ellos ni nadie pueden disponer de vuestra vida ni de vuestra voluntad siempre que quieran. Estos libros, que están escritos e ilustrados para que vosotros los comprendáis perfectamente, os hablan sobre la necesidad de respetar a los demás (y a vosotros) en todos los aspectos de la vida. Los malos tratos, físicos o psicológicos, y los abusos sexuales son formas de humillar a la persona, de vulnerar su derecho más básico: el de no ser agredido. Si algo de esto os está sucediendo, no os calléis. Contádselo a vuestros padres, a vuestros profesores, a cualquier otro familiar. Hablad con personas en las que podáis confiar y decidles lo que os sucede. Os ayudarán. El silencio no hace más que aumentar vuestros sufrimiento y no soluciona nada. Y si sabéis que alguno de vuestros amigos o compañeros padece malos tratos o abusos le ayudaréis si se lo contáis a vuestros padres o profesores para que, como mayores que son, puedan hacer algo por ellos. Pero hay otras formas de no respetar a los demás. Por ejemplo, considerar que alguien es infrerior o que no debe tener nuestros mismos derechos sólo por ser de otro país, de otra cultura, de otra religión o por tener el color de su piel distinto al nuestro. Hay que intentar siempre estar cerca de esas personas que, aunque nos parezcan diferentes, no lo son. Intentad defenderlos si otros los atacan, poneos en su lugar y pensad que para ellos nosotros también somos distintos y no por eso tenemos que merecer su desprecio. Imaginar cómo nos sentiríamos nosotros si nos ocurrieran algunas de esas cosas nos ayudará a que podamos ser un poquito mejores cada día. Por eso, será bueno que leáis con mucha atención estos libros, que penséis sobre los consejos que en ellos se os dan, que los comentéis con vuestros padres... Seguro que os resultarán muy útiles y aprenderéis algo más sobre lo que es el respeto a los demás, la tolerancia y la convivencia. En definitiva, os ayudarán a ser mejores personas.
Pedro Núñez Morgades
Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid


Si tuviera que describir el día de hoy, la palabra adecuada para ello sería "agotador". Primer día de clases del segundo cuatrimestre. Vuelvo a la rutina de madrugar, más aún de lo que madrugaba cuando estaba de exámenes. Me levanto con un frío que pela, a las 6:30 de la mañana, que hasta las calles están cerradas... Subo medio zombie al autobús, veo a gente que no veía desde el año pasado. Disfruto de mi primera cabezada del año en el autobús, del sonido mañanero de la radio, que el conductor lleva puesta a todo volumen, como si supiera que aún estamos dormidos. Llego a la universidad, con más frío quizás y sin saber a ciencia cierta a la clase donde tengo que ir. Suerte que me cruzo con unas compis de clase. Lucho contra el viento y llego por fin a la clase. Tres horas seguidas de expresión plástica... Espero que la profesora sea maja, porque si no...
La profesora empieza con mal pie, contándome su vida, cuando yo en lo único que pienso es en volver a mi caliente y cómoda cama, a seguir soñando esos sueños que los pesimistas llaman imposibles. Pero, poco a poco, la profe va cambiando y me va cayendo bien... Mierda, creo que me estoy despertando. Mantiene varios diálogos retóricos con nosotros, los ciento veinte alumnos que la observamos (sobre todo alumnas), y pone de manifiesto algunas de sus opiniones sobre la didáctica, la docencia, y todo el mundillo de los maestros en general. Definitivamente, quiero ser como ella de mayor.
Descanso de diez minutos. Buf, lo necesitaba. Doy de comer al alien que se estaba criando en mi estómago, mientras camino hacia la biblioteca para consultar mi nota en una de las asignaturas de las que me examiné, concretamente, el 7 de enero (una fecha cojonuda, desde luego... Mando desde aquí un beso cariñoso al hijo de su madre que tuvo la brillante idea de adelantar los exámenes este curso).
Miro por fin mi expediente. Otra asignatura más suspensa. Ya van dos asignaturas para junio... Me cabreo, me indigno, hasta se me escapa alguna lagrimilla. Me he pegado una Navidad de mierda para sacar un puto tres. Diez minutos después (o media hora, según como se mire...) decido que no sirve de nada lastimarme y darle vueltas, que tengo que centrarme en estas nuevas asignaturas, que son la monda, y en aprobar las suspensas en junio... Y sobre todo, no ser para nada pesimista y pensar que todo, ABSOLUTAMENTE TODO va a salir bien. Al menos resulta bastante terapéutico pensar así.
Otra asignatura. Dos horas seguidas. No me cae bien la profesora, sólo ha dicho hola, pero la tengo calada. Esta tiene pinta de ser una arpía corrigiendo, de no tolerar ni el más mínimo fallo (porque, atención, aquí los alumnos no son personas, son alumnos). No me equivoco. Sigue hablando y cada vez lo tengo más claro. Pero hay que tragar... Ya sé que no quiero ser como ella de mayor.
Se han acabado las clases de la mañana. Ahora tenemos cuatro larguísimas horas libres, sin hacer más que contarnos nuestra vida y cotillear mis compis y yo hasta la próxima clase, a las seis de la tarde. A una amiga y a mi nos da por ver monólogos, con los auriculares puestos, en medio de la biblio. Sólo se nos puede ocurrir a nosotras, porque minutos más tarde empezamos a aguantarnos esa risa que quiere escapar, pero que el silencio sepulcral del sitio te obliga a tragarte. Las dos lloramos de la risa. Bueno, yo también de la rabia de mi suspenso...
Llega la hora de clase. La profesora no aparece. Odio a la gente impuntual. Al fin, alguien entra por la puerta y empieza a mandar silencio. Me encanta, llegan tarde y antes de saludar ya están pidiendo que nos callemos. Esta chica no me cae mal, aunque la asignatura me cae mejor que ella, sin duda. Esta asignatura no le pega...
Al fin hemos terminado. Un día raro, de bromas y risas, de historias por contar entre compañeras que se remontan a principios de la Navidad, de rabia y tristeza por haber suspendido, de cansancio, mucho cansancio, de... Bueno, un día de muchos sentimientos encontrados.
Salvo por ese suspenso, no ha estado mal. A ver qué nos espera mañana.
Llego a las ocho de la tarde, de noche completamente por estos lares. Entro a casa, anuncio mi suspenso y me voy a la ducha. Salgo como nueva, agradezco la sabrosísima cena que mi madre (mi maravillosa madre) tiene preparada. Vengo a la habitación y me pongo a contar mi día a unos desconocidos que dudo que lean el post entero, y si lo hacen, no será porque sus vidas sean mucho más interesantes que la mía.

P.D.: Siento haber contado mi vida, pero necesitaba desahogarme. Y como este blog se titula mis reflexiones, y por suerte eso es sólo mío (ni me lo prestan, ni lo tengo que pagar, ni me lo tienen que calificar,...), pues hoy me ha apetecido reflexionar sobre el día de hoy. ¿Quién sabe? Quizás lo hago alguna vez más...

Gracias por leer hasta aquí. Te mereces un besito virtual. Ahí va: muaKs!



Os dejo aquí un monólogo del gran mago y humorista Luís Piedrahíta. Personalmente, me encanta este chico, lo adoro. Este es uno de los montones de monólogos buenísimos que tiene, pero por el momento os dejo con este, que me encanta. Espero que os guste




Hoy quería hablar sobre lo que está sucediendo en la franja de Gaza, y buscando información y noticias al respecto me he encontrado con un video que ha grabado Pedro P., protagonista de uno de los muchos videoblogguers (no sé muy bien si se escribe así o no) que podéis encontrar en Internet y que me ha llamado bastante la atención, pues comenta muchísimas cosas en las que estoy de acuerdo con él y, sobre todo, afirma algunas verdades rotundas.
Espero que al ver el vídeo me mostréis vuestra opinión sobre el tema.
NOTA: Antes de ver el vídeo, apaga la música. Está en la sidebar, un poquito más abajo.




Ayer fui a ver la película “Di que sí”.
Como todas las películas protagonizadas por Jim Carrey (no sé si se escribe así, pero seguro que me habéis entendido), te partes de risa con cualquiera de las caras que pone el actor. Pero esta película me dejó otro sabor distinto a las que he visto protagonizadas por este actor.
En la película, Carrey (suena más cariñoso así) hace el papel de un banquero cuya vida, tras romper con su esposa, se convierte en una monotonía. El personaje se acostumbra a poner excusas ante las invitaciones para ir a dar una vuelta de sus amigos y suele incurrir en decir que no a toda pregunta que cualquiera le proponga. Se encierra en sí mismo y no se relaciona con nadie, ni siquiera en el trabajo.
Un día, un amigo le convence para asistir a una especie de organización (parece una secta como te lo plantean en la peli. Se pasan un poco, la verdad..xD) que pretende responder a todo que sí, con el pensamiento de que, de esta manera, serán más felices y podrán vivir más tranquilos.
Y así es como hace un pacto y promete contestar a todo que sí, sea cual sea la respuesta.
El resto ya no os lo cuento, que sino no iréis a ver la película...

El caso es que esta película me ha hecho reflexionar sobre la monotonía de todas nuestras vidas. Nunca tenemos tiempo de hacer lo que realmente nos gusta, o casi nunca. Y el tiempo del que disponemos es siempre mucho más corto de lo que querríamos. ¿Y por qué?
Pues volvemos a lo mismo de siempre: trabajo, deseo, consumismo, prisa, estrés, ...
Hacemos todo corriendo, rápidamente para que el día nos llegue para realizar todo lo que queremos. No disfrutamos de ningún minuto de nuestras vidas porque siempre estamos ocupados pensando que no nos dará tiempo realizar tal cosa, o que tenemos que hacer tal otra...
Llevamos una vida monótona y ajetreada. Quizás no hacemos todos los días lo mismo, pero la rapidez con la que realizamos todo nos da la sensación de que todos los días son iguales.
Ya no hay tiempo para disfrutar la naturaleza, para respirar aire puro (porque casi ni queda ya) ni para jugar con los niños, sean los hijos, hermanos, primos, sobrinos, amigos,...
No importa, los niños tampoco tienen tiempo de pararse a jugar con los adultos. Siempre tienen deberes para realizar (no creo que sea normal que un niño de 11 años llegue cada tarde con una media de dieciocho ejercicios para hacer en casa, sinceramente), o actividades extraescolares (que a la vez hacen de canguro para los padres), o demás elementos tecnológicos (televisión, ordenador, nintendo DS, wii, game boy,...). Pocos niños hay ya en la calle jugando con sus amigos, muy pocos.
Todo esto nos lleva a generarnos una burbuja propia de la que rara vez salimos. Necesitamos de Internet para conversar con alguna persona de la otra parte del mundo, pero hace días, incluso meses, que no hablamos con nuestro vecino. Conversamos durante horas y horas con un amigo todos los días por messenger, cuando vive a dos manzanas de tu casa, y podrías hablar más y mejor con él en un café.
No estoy en contra de la tecnología y los avances, para nada. Adoro mi ordenador, y estoy muy agradecida a Internet por ofrecerme la oportunidad de intercambiar intereses con personas de cualquier parte del mundo, y facilitarme la tarea de crear nuevos proyectos. Pero opino que deberían utilizarse con mesura. No todo es blanco o negro, hay medias tintas. Podemos hacer todo lo que se hacía antes, y aprovechar todo lo que tenemos ahora. Pero no queda bien que una cultura se quede sólo con sus inventos más actuales y olvide años y siglos pasados de costumbres y tradiciones. Es una pena que avancemos en la tecnología y la ciencia, y al mismo tiempo retrocedamos en nuestra convivencia como seres humanos, y lo hagamos cada vez más como robots programados.

Podría seguir hablando del tema durante muchas más lineas, pero creo que por hoy ya basta. Además, ya he exprimido demasiado la película. xD

Una frase de la peli que me gustó mucho:
“La vida es un patio de recreo. Todos lo sabemos, pero en algún momento de nuestras vidas, lo olvidamos”

Yo os pido que no lo olvidéis nunca. Y aprovechando, os recomiendo ver también otra película del estilo de esta, un poco más mística: Comento: Come, Reza, Ama. Saludos,